Un caso que estremeció a América Latina y reveló profundos vínculos entre el narcotráfico, la política y el criminalismo internacional tuvo sus inicios —sorprendentemente— en territorio hondureño. Según una investigación del sistema judicial de Estados Unidos y reportada por Tunota, en 2015 Honduras se convirtió en una escala estratégica en el plan de Efraín Antonio Campo Flores y Franqui Francisco Flores de Freitas —los llamados narcosobrinos de la primera dama venezolana Cilia Flores— para traficar cocaína y financiar la política en Venezuela.
Detalles clave del caso
- Octubre de 2015: Los sobrinos llegaron a San Pedro Sula en un jet privado y se reunieron con un informante de la DEA que actuó como pieza clave de la investigación. El objetivo era coordinar vuelos de cocaína desde Maiquetía (Caracas) hasta Roatán, con documentación que aparentaba legalidad.
- Dimensión criminal-política: Las pruebas judiciales confirmaron que el narcotráfico no era solo un negocio ilícito—Campos Flores admitió que buscaban recaudar 20 millones de dólares para financiar la campaña electoral de su tía en 2015. También mostraron vínculos con la guerrilla colombiana de las FARC.
- Puente logístico clave: Honduras emergió como nexo entre carteles y redes internacionales: San Pedro Sula fue el punto de reunión y Roatán sirvió como puerta de entrada a rutas aéreas de tráfico de droga hacia Estados Unidos.
El juicio y sus repercusiones
- En 2016, fueron declarados culpables en Nueva York por conspirar para introducir más de 800 kilos de cocaína a Estados Unidos.
- Recibieron una condena de 216 meses (18 años) de prisión y multas de $50,000 cada uno.
- Fue un escándalo mediático que evidenció el uso del narcotráfico como financiamiento político y expuso la complicidad institucional de sectores del Estado Venezolano.
Reflexión final
Este episodio mostró cómo Honduras fue, inadvertidamente, pieza clave en una trama criminal de alto impacto político. El caso de los narcosobrinos demostró que las rutas del narcotráfico atraviesan fronteras, promueven corrupción y erosionan la democracia. El país centroamericano apareció como un eslabón crítico en esa red transnacional, comprometiendo su imagen y revelando los riesgos sistémicos.